5 Se levantó David y llegó al lugar donde acampaba Saúl. Observó el
sitio en que estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa.
Dormía Saúl en el círculo del campamento, estando la tropa acampada en
derredor de él.
6 David dirigió la palabra a Ajimélek, hitita, y a Abisay, hijo de
Sarvia, hermano de Joab, diciendo: «¿Quién quiere bajar conmigo al
campamento, donde Saúl?» Abisay respondió: «Yo bajo contigo.»
7 David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa. Saúl dormía
acostado en el centro del campamento, con su lanza, clavada en tierra, a su
cabecera; Abner y el ejército estaban acostados en torno a él.
8 Dijo entonces Abisay a David: «Hoy ha copado Dios a tu enemigo
en tu mano. Déjame que ahora mismo lo clave en tierra con la lanza de un
solo golpe. No tendré que repetir.»
9 Pero David dijo a Abisay: «No lo mates. ¿Quién atentó contra el
ungido de Yahveh y quedó impune?»
10 Añadió David: «Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh quien le hiera,
bien que llegue su día y muera, bien que baje al combate y perezca.
11 Líbreme Yahveh de levantar mi mano contra el ungido de Yahveh.
Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua y vámonos.»
12 Tomó David la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl y se fueron.
Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó. Todos dormían porque se
había abatido sobre ellos el sopor profundo de Yahveh.
13 Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte,
quedando un gran espacio entre ellos.